¿Puedo quedarme con sus juguetes? – preguntó Sam.
–Sí, puedes ir metiéndolos en estas bolsitas trasparentes. Uno por uno, que luego no digan que se han recogido mal las pruebas.
– ¿Sabes…? A veces las cosas no son lo que parecen: es demasiado fácil matar a un tío poniéndole una bolsa en la cabeza, decorar la escena con unos cuantos objetos fetichistas, y encima mancillar su nombre por los siglos de los siglos. ¿Sabes si tenía enemigos? – Sam, miró a su compañero. – Pero…, ¿qué estás pensando!? –, su voz sonó entrecortada.
John, llevaba rato esbozando una sonrisilla sádica e inquietante…
Autora: Victoria Eugenia Muñoz Solano
No hay comentarios:
Publicar un comentario