21 nov 2010

¿ Y acaso Marta no fue torturada?


Por si no lo vieron, les cuento que el padre de Marta del Castillo acudió ayer por la noche al programa la Noria. Su intervención fue totalmente gratuita. Aún así le trataron francamente mal, y eso que el share sería estupendo y sobre todo rentable.

Una de las polemistas, la periodista Pilar Rahola le atacó vilmente. Cuando el único objetivo de Antonio del Castillo es que los criminales que maltrataron a Marta hasta la muerte, y mintieron en cuanto al paradero del cuerpo de su hija reciban el castigo que es de justicia.

Fue sin lugar a dudas juzgado por la citada polemista. Primero le preguntó por la utilización que el PP estaba haciendo con el caso de su hija para obtener votos. El hombre le respondió muy bien; diciéndole que quizás él era el que usaba al PP para conseguir algo. Pues al no ser político no podía hacer nada para reformar la ley. (Ahí lo vi sembrado). Es cierto, poniéndome en su lugar, si me ofrecen ayuda y estoy desesperado porque mi hija fue asesinada y nunca podré ponerle un triste ramo de flores en su tumba, me agarro a la mano que se me tienda, ya venga de la derecha o de la izquierda.

La señora, para rematar su mala faena le pregunta por último si querría que maltrataran y torturasen a los asesinos de su hija. Ante esto quedó callado, pero por omisión quiso decir que sí, pues el público respondía por él.

Vamos a ver, señora Rahola: si alguien le matara a su hija, la violara y por último la quitara de en medio y encima mintiera reiteradamente sobre el paradero de su cuerpo, ¿qué querría que hicieran con los culpables que encima le hagan cosquillitas en los pies? ¿O que les hagan cantar todo lo que sepan? Yo le hubiera respondido: ¿Y acaso Marta no fue torturada?

Don Antonio, tenga usted todo mi apoyo; le aconsejo que sea menos prudente con los que le atacan y, les responda con lo que el corazón le mande; pues todos los españoles, salvo algunos descerebrados como los de ayer, estamos con usted.

Autora: Victoria Eugenia Muñoz Solano

8 nov 2010

Existencia gris


La testigo se acercó lentamente al fiscal. Éste le preguntó, si el acusado había secuestrado a la niña. De repente, apareció la palabra “NO”.
La sala estaba atestada, el humo atiborraba el lugar, y el murmullo que se formó ante la declaración de la testigo era estruendoso. Como indicio de la desaparición de la cría, mostraron un calcetín remendado y mojado por la lluvia. El juez, profirió varios golpes con su martillo para acallar las voces, y ordenó que dejaran a la tortuga en su lugar, pues no quedaban más testigos.
Justo antes del fallo, irrumpió en la sala una chiquilla que dijo como último alegato:
- El maestro Hora, no me ha secuestrado, sólo me tomó del anfiteatro porque quería que le ayudara a salvar a la Humanidad de vosotros; para que nuestras vidas recuperen el color, y no vuelvan a ser existencias grises: sin tiempo para los amigos, para las risas, para el amor…



Quiero homenajear con este microrrelato a Michael Ende; autor cuya obra "Momo", está de rabiosa actualidad; pues nuestra sociedad llena de prisas y consumismo está envuelta por una negatividad gris llamada crisis económica. Este plomizo pesimismo, nos hace olvidar lo más importante de la vida que no es otra cosas que vivir.

Autora : Victoria Eugenia Muñoz Solano
Imagen: "Casiopea testifica". Creada por Victoria Eugenia Muñoz Solano.